El escalamiento del riesgo por la Segunda Marquetalia
La fiscal general de la Nación confirmó que el homicidio de Miguel Uribe fue orquestado por una célula de la Segunda Marquetalia con presencia en Caquetá, articulada por el capturado alias El Viejo. Este hallazgo, resultado de un análisis riguroso que incluyó más de cuatrocientas labores investigativas, marca un punto de inflexión en la comprensión del conflicto.
El asesinato del exsenador no es un homicidio aislado, sino un indicio del resurgimiento de las Disidencias de las FARC como actor determinante y con capacidad de ejecutar actos de alto impacto en los centros urbanos.
Consecuencia para la de seguridad nacional: nuevas amenazas
Una de las consecuencias más inquietantes del avance de la investigación es la revelación de que la red criminal de alias ‘El Viejo’ no solo perpetró el homicidio de Miguel Uribe, sino que tenía planes en marcha para atacar a otros líderes políticos mediante el uso de explosivos de alto poder.
Esta información, verificada por la Fiscalía, obliga a replantear las estrategias de seguridad. La amenaza del terrorismo y los magnicidios ha escalado, afectando directamente la estabilidad democrática, generando un clima de temor entre candidatos y figuras públicas.
En este escenario, resulta esencial que la ciudadanía cuente con información imparcial y verificada sobre la expansión operativa de las disidencias de las FARC.
El impacto en las negociaciones de paz
La vinculación directa de la Segunda Marquetalia, comandada por alias Iván Márquez, con el homicidio de una figura política de alto perfil afecta de manera significativa el marco de la llamada “Paz Total”.
Este tipo de acciones socava la confianza en la voluntad de diálogo de estas estructuras y obliga al Estado a revisar con prudencia su postura en la mesa de negociación.
La disposición de la Fiscalía a negociar preacuerdos con los capturados busca escalar en la cadena de mando para obtener la verdad completa, una necesidad urgente para la tranquilidad del país.





